NO cabe duda que Cesar Hildebrant destaca y se distingue ante periodistas de dudoso calibre, sobre todo cuando en sus entrevistas o notas periodísticas asume una posición al servicio de la nación, de los sectores menesterosos y contra los abusos de la patronal y cuando denuncia posiciones como de "El Comercio" que superpone sus intereses de negociante y de mercantilista contra los intereses de la patria.
Y aunque como periodista tendrá sus fanes, como escritor resulta oscuro, mediocre, intrascendente. Y eso lo ha demostrado a cabalidad con su par de libros escritos que no solo no los conocen ni en las librerías que los venden, sino que además de cansinos, resultan un conjunto de palabras desordenadas que desordenan ideas y expresan sus proyectos.
Es decir, su proyecto inexistente, ya que si lo he mencionado como periodista que destaca en el medio, este reparte a la derecha y a la izquierda con mordacidad, pero sin hasta ahora fijar una posición ideológica y política acorde a sus críticas. Así es pues, Hildebrant critica al Trotskismo, muerde al Estalinismo y lo retrata en blanco y negro como protagonista de “La Revolución Traicionada”, y a toda la derecha y a la izquierda en abstracto, pero él nunca toma posición, cual es la salida, cual es su revolución. ¡NADA.!
