¡ANTES DE MORIR!
MAGDA
Estoy un poco cansado.
No sé de qué. Y paso el tiempo, cuando tenía que pasar, no antes. No después, y no sé de qué me cansé. ¿De esperar, esperar un día para qué? ¿Para ser feliz, para querer, para tener? ¿Siempre puede ser así? ¿Esperando se pasa la vida?
Ya sé de qué estoy cansado. ¡Me canse de esperar!
Esperando decir que sí, que sí ¡soy FELIZ! Me paso de todo, lo bueno y también lo malo.
Y lo digo ahora, sin más espera, Magda.
Fue cuando te conocí.
Y fue algo de lo más bello que
paso en mi vida. Desde el primer instante todo empezó a brillar. No sabía qué
hacer.
No hice nada. Me quede parado.
Sin hablar. Solo la miraba y todo volvió a resplandecer. Y quise volver a
vivir.
Y viví. Y vivo, contigo y
por ti, mi Magda de toda la vida.
Mi padre, negro, obrero. Sindicalista y peleador. Mi madre enfermera, sindicalista y luchadora. Nací bajo el puente, frente al rio Rímac, mi barrio callejonero. Iniciaron mis estudios, a los 6 años, en una escuetita del barrio, con la Srta. Angélica Quevedo y su hermana Noemí, la cuidadora. No había carpetas, ni pizarra, mi mamá me llevo con una sillita de paja.
Y Seguí por los colegios San
Agustín católico, 1°, 2° y 3°, Ramón Espinoza 431, colegio fiscal frente a la
alameda de los descalzos, 4° y 5° años, Y seguí a la secundaría en Ricardo
Bentín, G.U.E., donde para ingresar, había que hacer cola y además de los
exámenes de conocimiento en aquella época, debías pasar por un examen de
“madurez mental”. Ingresé en prima.
Y ahí empecé a aprender
algunas cosas. Los cursos de secundaría, un gran cambio. Algebra de Baldor. Y
me gustaba el cine, jugar pelota sobre todo en la pista del barrio con pelota
de trapo, quería aprender a nadar, iba al rio Rímac, la pocita “vaquera” nunca
aprendí. La correntada era muy brava. Pero ahí aprendí a “cazar” pescaditos.
Las notas, bueno: Me gustaba “cazar pescaditos”. Pero aprobaba bien. Pero. También llegaba un poco más tarde, a casa, después de salir del colegio. Jugábamos pelota de trapo incluso cuando llovía, y llegaba un poco mojado, con un poco de barro en el uniforme y un poco de barro en los zapatos en pocas palabras no un poco, sino todo sucio.
Mi mamá me mandaba a bañar,
antes que llegue mi papá. Y yo me iba a bañar después que llegaba mi papá porque
era “rebelde”. Y mi papá me miraba, se sacaba la correa y se acababa la
rebeldía, arrancaba, salía corriendo y volvía limpiecito.
Como suele ocurrirme, el 1° y 2° de secundaria en el Ricardo Bentín, los pase con notas aprobatorias, aunque no muy brillantes.
Y rememorando lo de brillante, mi mamá tuvo la brillante idea de “descubrir” el CMLP. Mi colegio. ¡Alto el pensamiento!
Otra historia, otra vida, otro aprender.
No hubo diferencias, Nadie era
rico, nadie era pobre. Ni blancos ni negros. Iguales, todo en igualdad.
Levantarse a la hora de la diana, acostarse a la hora de silencio. El mismo desayuno, mismo almuerzo, misma cena. Mismo uniforme, mismos profesores. Auditórium, misma película, misma “La Perlita”.
Y al levantarse, o después de educación física, de los ejercicios, todos al malacate. A bañarse, asearse, todos con la fragancia de su jabón carbólico, calatos con su toallita al hombro.
Ahh, nadie lo puede creer. Ahí
va una. Al baño, a ¿hacer sus necesidades? pues bien, baños sin puertas,
cepillándote los dientes, lavándote la cara, y con tu papel higiénico en la
mano a cagar todos juntos a vista y paciencia popular.
Angulo recto, meta la panza, saque pecho, todos en fila. FIRMES. Todos iguales. Es verdad.
Y así se forjó el camino para encontrarte. Y te encontré a ti linda Magda, a ti, que ya te quería antes de conocerte.
Ese mi camino, es un camino.
¿Paso lo que tenía que pasar? Pero paso, vinieron, volvieron momentos de sufrir, de fuertes momentos, yo no lo sé.
La adolescencia, la juventud, la adultez todo junto. Los amores, y sentimientos que pasamos cada quien en su espacio y en su momento y a su manera.
Por mi parte -por ahora o por siempre- no haré publico mis querencias, esos pasajes de mi vida que me deslizaron a pasar a una vida de aventura, libertinaje, de no querer más nunca de jamás en la vida a una chica y al mismo tiempo de tenerlas a la vez, no importaba una por una, o como fuera, de juerga feroz. Y así interminable.
Ese golpe sentimental, no vino solo. Unos meses después moría mi viejo, Lucho, él era fuerte, era eterno, era de fierro y también murió. Lo tuve que levantar, vestir, estaba con frio, y así tampoco nunca dejo de sonreírme. Yo 19 años. Mi mamá, no puedo decir cómo quedo mi mamá.
Deje de estudiar, deje la
universidad. Busque y conseguí trabajo.
Y así es volví a otro mundo. No esperaba nada. No quería nada. Solo vivía estando muerto y al mirar adelante, no veía nada. Y endurecí, y mis propósitos juveniles de cambiar al mundo se entrecruzaban con la insensibilidad por la daga punzante recibida en todos mis corazones, con la acción al lado de mis pares, como los del barrio. Y seguí peleón como siempre. Reclamaba siempre.
Y así fui aprendiendo a que las acusaciones que me hacían crecerían posteriormente así como mi coraza para rechazarlas. No eran nuestros rivales, eran nuestros enemigos con posiciones diferentes de estatus y de vida.
Y es en medio de mi lucha, mi propia lucha, que ocurrió. Si.
Conocí a Magda. Y la quise. La vi y la quise.
Siempre la quise a ella.
Magda, te quise antes de
conocerte. Sabía que eras tú. Que serías tú. Nos encontrábamos, porque nos
estábamos buscando. Yo lo sé. Tú eras, tú eres. Tú serás. Eras “excéntrica”,
rebelde, violentista, caprichosa.
Nada más.
¡NO!. Nada más no. Conocer a
Magda es saber que existe la vida, la felicidad. Ella es una mujer de candor.
Buena persona. Luchadora, poderosa.
Mis marcas por la vida no desaparecieron, eso no se borra, pero si se puede cambiar. Noches, días, vida perdis, disipada, pendenciera. No más. Magda cambio todo. Mi proyecto morir pronto, no vivir nunca más, varió. Por ello vivo.
Si todo cambió y tomé conciencia de que el maravilloso cuento con que había empezado a soñar, cuando una mañana que salía bien ordenadito, mi mamá, -cuando no mi mamá-, me dijo. “Lucho estás enamorado”. Mamá estoy con la chica más linda del mundo. Es muy buena. Te la voy a traer para que la conozcas.
Me respondió. “¡SÍ estás
enamorado!” Pórtate bien con ella.
Fui un ciclón arrasando con todo.
La conocí y la seguí a todo lado. Desde el primer instante. Increíble. Después de la reunión con un grupo de bancarios que luchábamos por recuperar la Federación, la acompañé a su paradero. Un amigo, con carro, ofreció llevarla y ella acepto -era muy noche- y yo me subí también. Después nadie sabía porque yo estaba ahí. Yo sí. Bajamos en su paradero, yo también me quedo aquí dije. Ella muy sorprendida. Y esperamos en cola su bus, los pullman. Se iba a Chosica, yo también subí. No gracias me dijo en one y me bajó de inmediato.
El sábado todo mi barrio, el club Grau, todos sabían que yo tenía una chica. Y querían conocerla, porque querían conocer a mi chica “Rusa”. De ojos verdes, hermosa.
Y ELLA ESTA VIVA.
Y me hace vivir. Mi rusa, mis
ojos verdes, mi corazón contento. Si ella no estuviera conmigo ya para que
vivir. Preferiría morir, y nos volveríamos a buscar y queriéndonos tanto nos
volveremos a encontrar. Eso sí.
Prisiones, palos, persecuciones, amenazas, bombas; no pudieron separarnos, ni aunque fuera yo siempre negro, misio y comunistas como seremos todavía.
Y el día de la Mujer, el día de las madres, el día de lucha, son todos los días. La historia de la humanidad es la historia de la lucha fervorosa de las mujeres, siempre al frente, no al lado, sino al frente de todas las luchas acciones humanas por supervivir, Es cierto.
Magda no nos podemos ir el uno sin el otro. Será juntos. Si yo me adelanto te espero. Si tú lo haces te encontraré. Seguimos adelante por una vida digna. Por eso luchaste, por eso luchamos, nuestras hijas siguen ese camino con fervor y con pasión.
Magda: TE QUIERO. Como tú me dices: NOS QUEREMOS. Tuyo lucho.
08.03.24, lb.